• Llegamos a Santiago después de trece horas de vuelo desde Madrid.  En Lyon, nos indicaron que tendríamos que recuperar nuestro equipajes, incluidas las bicis, y probablemente pagar de nuevo por ello…snif !

     Las cajas de cartón de las bicis son tan grandes que incluso Nico, de puntillas, tenía problemas para esquivar a los otros pasajeros y los perros policías que se cruzan en su camino.

    Los cartones

    La gente nos sonríe al vernos con tal cargamento y un agente del aeropuerto viene a nuestro auxilio. A partir de ese momento, seremos sus clientes VIP, nos pregunta por nuestro proyecto, nos guía hasta el ascensor, nos colamos en las filas de espera y ni siquiera nos hacen pagar las bicis ni el exceso de peso… las azafatas están más interesadas en nuestro periplo que el la facturación.

    Con una sonrisa de oreja a oreja, nos despedimos de nuestro buen samaritano, quien, con toda la naturalidad del mundo, nos pide «  una propinita no más »por el servicio aportado.

    Un poco sorprendidos…será normal en Chile ? le damos unos dólares y nos decimos adiós con una sonrisa.

    3horas de vuelo y 3000 km más al sur, pasamos de 31C a 7C en Punta Arenas.

    Desde el avión

    En el avión, nuestra vecina y apasionada de la montaña, nos da un montón de ideas de trekking en su país.

    En el aeropuerto de Punta Arenas, los taxistas se frotan las manos al vernos, tenemos la impresión de ser un buen fleje de billetes con patas. Normalmente, el trayecto en taxi cuesta unos 15 dólares y, sin embargo, las proposiciones que nos hacen no bajan de 70 dólares.

    No lejos, un joven alemán con una gran caja de cartón  empieza a desenvolver su bici.

    A lo lejos, veo a un señor en una pickup que empieza a arrancar el motor. Rápido !! Corro hacia él, casi cortándole el paso y con un español un poco torpe aún, le pregunto si puede llevarnos a la ciudad. «  Ningún problema » me responde.  Cinco minutos después, la pickup estaba cargada con tres bicis, una española, un francés y un amigo alemán  que no entendía qué estaba pasando.

    Quisimos darle una propina pero la rechazó. Mil gracias Etilio !

    Para terminar el día, nos queda un último esfuercito, 200 metros cargados con las tres mochilas y las dos cajas… por fin, llegamos al hogar dulce hogar de Silene…

    ¿Hay tsunamis?


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